CRECIENDO EN EL PROPOSITO

Cuenta una historia anónima de reflexiones para el alma, que tres árboles en la colina de un bosque, hablaban acerca de sus sueños y esperanzas, el primero dijo: “Algún día seré un cofre de tesoros, lleno de oro, plata y piedras preciosas, decorado con labrados artísticos y tallados finos; todos verán mi belleza”.

El segundo árbol comento: “algún día seré una poderosa embarcación, llevaré a los más grandes reyes y reinas a través de los mares, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y poderoso casco”.

Finalmente el tercer árbol dijo: “Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles del bosque. La gente me verá en la cima, mirará mis poderosas ramas y pensará en el Dios de los cielos, y cuan cerca estoy de alcanzarlo. Seré el más grande de todos los tiempos y la gente siempre me recordará”. Después de unos años llegó un grupo de leñadores, y cortaron los tres árboles. Y dejo esta historia en suspenso para retomarla al final.

Desde niños tenemos sueños, algunos propios y otros inducidos por padres, maestros, abuelos… Sueños que crecen en nuestro interior y que tarde o temprano se convierten o en frustraciones o en realizaciones. Como padres marcamos un derrotero para que nuestros hijos alcancen metas y sueños y nos esforzamos en gran manera para que suceda.

A través de este mensaje quiero presentar un niño modelo que creció con un propósito y que alcanzó ese propósito.

Lucas 2:46-52 “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles.47 Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. 48 Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho a sí? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. 49 Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? 50 Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. 51 Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. 52 Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.”

Miremos el contexto de su niñez:

Quiero contarles que Jesús nació y creció como un niño normal de cual quiere ser humano.

A los 8 días de nacido fue circuncidado, y 7 días más tarde fue presentado en el templo. Sus padres, José y María, ofrecieron un sacrificio en el templo ese día, que constaba de un par de tórtolas o dos palominos; Lo que nos enseña que Jesús nació y vivió en un hogar humilde y nada ostentoso.

Algo interesante, es que desde y antes de su nacimiento, Jesús impactaba a quien estuviese con Él; a su primo Juan de tan solo 6 meses de gestación, a los pastores de ovejas cuando nació, a Simeón (en Lucas 2:25) quién estaba presente cuando se hizo la presentación del niño a los 15 días de nacido, a Ana (en Lucas 2:38) quien tuvo el gozo gracias a su constancia y disciplina, de verle antes de sus últimos días.

Creció en la sociedad, cada año participaba con su familia de las fiestas religiosas, aun cuando manifestó el deseo de trabajar en los negocios del Padre a la edad de 12 años, era un niño sujeto y respetuoso con sus padres terrenales.

En la casa de Jesús, sus padres le enseñaron a orar antes de las comidas, debía lavarse las manos antes y después de comer. Algo interesante, a Jesús no lo regañaba la mamá por comer con la mano; ¡debía comer con a mano!. Los orientales tienen el concepto de que para que comer con cubiertos su Dios les ha dado tantos dedos en las manos.

Desde pequeño fue instruido por su madre en la palabra, puesto que eran las madres quienes hacían esta tarea. Pero a medida que se acercaban a la juventud, era el padre quien toma el liderazgo de la enseñanza o de instruirle, y desde los 5 o 6 años ya debían asistir a la escuela de la sinagoga. A la edad de 12 años ya debía recitar el Shema, que era el resumen de tres pasajes del pentateuco.

Es muy poco lo que dice la biblia literal de Jesús, esta información está reflejada en muchos capítulos y versículos que dejan ver la costumbre de crianza de las tierras bíblicas que no fue ajena a Jesús

Lo que nos deja ver este modelo de crianza, es que para que se cumpla el propósito en la vida de una persona, esta debe caminar en el mismo. Debe haber una instrucción, una guía, un mentor. Jesús no fue un niño de los que se paran en la cabeza y hacen lo que se les antoja. El sistema de crianza de Jesús tenía un propósito y por esto imperó la disciplina, el respeto, amor  y la sujeción a la autoridad.

Y ¿Cual era ese propósito de Jesús?:

Luego de este pasaje de escasa información de su infancia, nos presenta Mateo 3 un escenario 30 años después, donde Juan el Bautista de quien se habla también muy poco, dice:  «11 Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego

Su propósito era el de revelarse como el Mesías, el salvador, el redentor por medio del arrepentimiento de los hombres. Y en este proceso, nos presenta la palabra en el comienzo de su ministerio algo realmente extraordinario.

Juan el, Bautista no hizo como los predicadores eruditos, no soltó la revelación al final, la soltó desde el comienzo. Desde el comienzo fue muy claro revelando su propósito:

Mateo 3:12 “Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará.”

Juan el Bautista anunció que Jesús daría la vida por su trigo, que vendría para limpiar la era de la maldad con su aventador, anunció que nosotros, el trigo seríamos útiles en su mano, que vendría para llevarnos a su granero para almacenarnos, protegernos y usarnos cuando le fuese necesario. Vendría para quitar la maleza y arrojarla al fuego eterno.

Pero esta limpieza y selección será sobre aquellos que decidan bautizarse no solo de hecho. Este texto nos deja ver que es más poderoso el acto hacia el que es bautizado, teñido, el que cambia su esencia en Espíritu Santo y Fuego que el que hace el acto de arrepentirse sin dejar de ser necesario.

¿Saben por qué? Porque el que se arrepiente es el ser humano, pero día a día, vuelve y cae sobre su propia miseria, pero cuando Cristo, el poderoso viene y te bautiza en Espíritu Santo y Fuego, ya no vuelves a ser el mismo, quedas teñido, sumergido, anegado, quedas transformado, lo que había malo es apartado de ti, quemado, despojado y te hace libre.

No hubo sensacionalismo en el discurso de Juan, no hubo distorsión del propósito, no vino a hacer sentir bien a las personas. Vino solamente y anunció el propósito.

De este mensaje me produce dos retos:

El primero, es darme cuenta de:

¿Estoy caminando hacia el propósito? Tus hijos, tu casa tu familia caminan en el propósito? No puedes pensar que si tu hijo tiene un llamado de adorador, debas permitirle estar tocando en los bares nocturnos “pastor pero es que necesita trabajar”. No puedes pensar que si como esposos tienen un llamado a las naciones, no prestes tu servicio en la iglesia con los más necesitados.

No puedes pensar que si tienes el llamado de pastor, de apóstol, de maestro, pasen y pasen los años y ni el discipulado, liderazgo, ni seminario (es que leo mucho, veo la tele, me las se todas).  No podemos pensar que si queremos colocar vallado a nuestro alrededor, ni el diezmo o la ofrenda traigamos a la casa del Rey.

Camina en el propósito y haz que los tuyos caminen en el propósito.

Y el segundo interrogante, es si realmente ¿Estas dentro del propósito?

Nuestro propósito en Dios se cumple en la medida que nuestros pasos se dirijan por el camino verdadero que es Cristo.

Te sumergiste en un bautismo de agua solamente donde diste frutos de arrepentimiento y quizás has vuelto a caer día a día y luchas con las debilidades de la carne?

¿Por qué no dejar que sea Él quien te bautice con el Espíritu Santo y Fuego?

Que seas sumergido, anegado, teñido, transformado. Una vez recibas el toque del bautismo con el Espíritu Santo y fuego, tus pasos serán alineados y no podrás volver a atrás.

Retomo la historia del comienzo para concluir:

El primer árbol que quería ser un gran cofre para guardar el mejor tesoro, fue convertido en un cajón de comida para animales, y puesto en un pesebre cubierto de pajas. El segundo árbol, quien quería convertirse en un gran navío para llevar reyes, fue convertido en una barca de pesca que se movía en el lago, porque ni siquiera era lo suficientemente grande para navegar en el mar. Y el tercero, el que no quería ser cortado, sino brillar en lo más alto de una montaña, fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega.

Pasado unos años los árboles olvidaron del propósito que los había sostenido. Pero cierto día un hombre y una mujer llegaron a un pesebre, ella dio a luz un niño, y lo colocaron dentro del cajón, producto del primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna mejor para su bebé, pero ese cajón de comida de animales fue el que cumplió con el propósito.

El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo que en su interior estaba el tesoro más grande de la historia. Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la barca, aquella en la que habían convertido el segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en ella.

Mientras los otros navegaban, se desato una fuerte tempestad, el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvar la vida de la tripulación. Despertando, ese hombre que dormía reprendió al viento y a las olas, que cesaron al instante. En ese momento el segundo árbol se dio cuenta de que estaba llevando al Rey de Reyes y Señor de Señores.

Tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al hombre que lo llevaba sobre sus espaldas. Se detuvieron en una pequeña colina, donde fue clavado y levantado hasta morir. Se dio cuenta que fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Su hijo Jesús había sido crucificado en él.

Ajusta el rumbo de tu propósito, de tus hijos, de tu familia con la disciplina, respeto,  amor y sujeción.

Mantente en el propósito que los planes de Dios siempre son más grandes que los nuestros.

© Alejandra Maria Borda Leon. Todos los derechos reservados.

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